Durante el tiempo de pandemia, debido a la COVID-19, muchos niños y niñas del nivel inicial, tanto del ciclo I como del ciclo II, se encontraron en sus hogares, sin ir a la escuela o interactuar con sus pares. Esta situación demostró que los niños y niñas no son capaces de lidiar con ciertas emociones, así como la dificultad de sobrellevar diferentes situaciones sociales. Sin embargo, como docentes estamos comprometidos con ayudar a que los infantes puedan desarrollar su inteligencia emocional para que sean capaces de reconocer sus emociones y las de los demás, así como apoyar a que potencien sus habilidades sociales, ya que ello no solo se ayudará al niño en su relación consigo mismo y con los otros, sino también a su aprendizaje. De otro lado, estas experiencias emocionales positivas le permitirán que puedan adaptarse a diferentes entornos sociales y situaciones que se le presenten en un futuro.
Para ello, se mencionarán diferentes aspectos que la escuela y los docentes pueden considerar para trabajar la inteligencia emocional con los niños y niñas del nivel inicial, tanto del ciclo I como el ciclo II:
Si bien este puede ser un aspecto evidente cuando hablamos de desarrollar la inteligencia emocional, es crucial tener en claro que las emociones son agradables (felicidad) o desagradables (miedo o tristeza), y que es normal sentir todas las emociones, ya que estas nos permiten sentirnos vivos y generar empatía hacia nosotros mismos y los demás.
Por otro lado, es importante que los infantes no solo sean capaces de conocerlas, sino también que puedan saber cómo estas se experimentan cuando uno las siente, y que los niños puedan tener posibilidad de expresarlas de manera asertiva.
El generar situaciones de interacción no solo entre el estudiante y el docente, sino también, entre los mismos estudiantes es importante, para que estos se vean frente a diferentes situaciones, donde tendrán la oportunidad de conversar y llegar a acuerdos, con empatía, y así desarrollar diferentes habilidades sociales.
Podemos trabajar las emociones y estas situaciones de intercambio a través de diferentes actividades como las lecturas de cuentos, canciones, elaboración de dibujos. Asimismo, es posible desarrollar estas habilidades en acciones cotidianas y a través de preguntas como, por ejemplo, ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes? También es importante considerar otros momentos como el recreo y, sobre todo, brindarles oportunidades de juego, ya que serán en estos momentos de interacción donde los niños podrán sentir y expresar diversas emociones, e irán descubriendo cómo las siente en su cuerpo y cómo reaccionar ante ellas.
Es necesario conocer cómo el niño se desarrolla en su entorno, las características del mismo y quiénes lo conforman, porque el entorno influirá en las acciones y hábitos que el infante manifieste en el aula. Además, es necesario que, tanto la escuela como la familia y su entorno establezcan una ilación, un vínculo, de manera que el aprendizaje no se vea afectado.
Finalmente, es primordial que los docentes creen en su aula un espacio seguro, donde los infantes se sientan libres de ser ellos mismos y tengan oportunidad de expresarse. Así, desde este primer paso, como docentes estaríamos desarrollando en el niño la aceptación de uno mismo, la confianza en el otro y en nuestros pares, así como el respeto mutuo. Mientras el niño pueda ser libre de expresarse estará un pasó más cerca de lograr la inteligencia emocional.
Elaborado por:
Allison Albújar Malagreca
Estudiante de octavo ciclo de la carrera de Educación Inicial
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FUENTES CONSULTADAS
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García, J. A. (2012). La educación emocional, su importancia en el proceso de aprendizaje. Revista Educación, 36(1). 1-24. https://www.redalyc.org/pdf/440/44023984007.pdf
Goleman, D.(s.f.). La inteligencia emocional. por qué es más importante que el coeficiente intelectual. https://ciec.edu.co/wp-content/uploads/2017/08/La-Inteligencia-Emocional-Daniel-Goleman-1.pdf
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