La emergencia sanitaria por la COVID-19 ocasionó que se vean limitadas las opciones de juego y exploración en los niños y niñas, tanto de ciclo I como ciclo II, en las modalidades de atención a niños escolarizadas y no escolarizadas para el nivel de educación inicial. El confinamiento y el distanciamiento social originó que los infantes solo cuenten con el hogar como espacio de recreación y, a su vez, suscitó que las interacciones interpersonales con pares se vean reducidas. Es así que estos dos años de pandemia redujeron notablemente las experiencias al aire libre y en las escuelas, de modo que, es menester volver a replantearnos como docentes cuál es la importancia del juego y la exploración en este regreso a la presencialidad.
Fuente: Andina
Sin duda alguna, hacer uso del juego como recurso educativo es muy provechoso y beneficioso para el desarrollo de aprendizajes. Es esencial partir de la idea de que el juego propicia los intercambios con la realidad y genera los primeros acercamientos a diversas situaciones desafiantes a través de la exploración y experimentación de lo que le rodea al niño. Desde edades tempranas, a través del juego, los niños tienen la posibilidad de expandir su imaginación, explorar infinidad de escenarios y experimentar situaciones de agrado y desagrado, todo ello quiere decir, descubrir el mundo que les rodea de forma significativa. Un claro ejemplo, es cuando observamos en los niños de 0 a 3 años sus primeros acercamientos a los objetos que tienen a su alcance. Ellos, mediante este intercambio, generan conexiones con la realidad, experimentan sensaciones, analizan lo que tienen a la mano y crean sus propias estrategias para poder resolver dudas o conflictos que pueden ocurrir durante el juego.
De igual manera, cuando los niños crecen, continúan con muchas curiosidades y es propicio acompañarlos de experiencias en las que sean participantes activos en la construcción de sus aprendizajes. Para ello, es menester que se planteen proyectos que tengan relación con los intereses de los infantes y que desencadenen habilidades investigativas en ellos. Estos proyectos pueden plantearse no solo dentro de las sesiones de clase, sino que también, durante los momentos de juego libre, dado que, son en estos espacios en donde se generan situaciones espontáneas que pueden contribuir y enriquecer los proyectos como tal. Y es que, el juego no debe ser visto como algo opcional o que solo se debe propiciar en el recreo, sino que, por el contrario, debe ser tomado como una herramienta indispensable para potenciar las competencias de los niños, dado que, es a través de este, que ellos trabajan en su perspectiva crítica, en el planteamiento de soluciones, en la aplicación de de procesos de ensayo-error, entre otros.
En tal sentido, promover el juego en las aulas del nivel Inicial, tanto en el ciclo I como en el ciclo II, aporta en el desarrollo de habilidades tanto cognitivas como sociales y emocionales, debido a que, es en el juego en donde los niños se sienten libres de expresarse y ser los actores principales en la exploración de situaciones personales e interpersonales, las cuales consolidan constantemente la construcción de aprendizajes valiosos y enriquecedores.
