El ámbito educativo es un campo en constante cambio e innumerables reformas. Así pues, en un contexto de transformaciones y situaciones diversas, es pertinente reflexionar sobre las funciones de la escuela, las metodologías que se emplean, los recursos educativos y, sobre todo, la evaluación. Actualmente, se evidencia la necesidad de contar con una que responda a las nuevas exigencias del proceso de enseñanza aprendizaje. Es decir, evaluar al estudiante de manera que se evidencie un proceso significativo de reflexión, pensamiento crítico y análisis. En definitiva, esto representa un reto y, para dar respuesta a este, se plantea el empleo de tareas auténticas en la evaluación.
Estas consideran una variedad de habilidades y capacidades que se contraponen a la evaluación tradicional que parcializa la educación. En adición, permiten valorar la integración y aplicación de destrezas en contextos reales y significativos, evitando así el riesgo de enfocar solo aspectos específicos que no reflejan las habilidades del estudiante en situaciones reales. Asimismo, estas consideran el carácter multifacético de competencias como la lectura o el habla, así como dimensiones diferentes a las cognitivas como son el interés y la motivación. Así, por medio de las tareas auténticas se contextualiza la evaluación y se genera un aprendizaje significativo que se opone a la tradición pedagógica que limita al alumno a escuchar, repetir y memorizar para responder a una evaluación enteramente sumativa cuyo principal propósito es clasificar a los alumnos de acuerdo con resultados.
Ahora bien, el proceso para la elaboración de tareas auténticas implica tiempo y podría ampliar el proceso de enseñanza aprendizaje. No obstante, ofrece respuestas a problemáticas que expresan los estudiantes; según Ravela (2015) estos expresan que las evaluaciones a las que son expuestos priorizan la memorización y que los métodos y formas empleados son anticuados. Además, mencionan que, mediante la evaluación, los docentes manifiestan las preferencias hacia algunos alumnos. En ese sentido, el empleo de tareas auténticas en evaluación, esta percepción equívoca que poseen los aprendices varía ya que, en cambio, consideran este como próximo, útil y debidamente enmarcado en el currículo.
En síntesis, se considera el empleo de tareas auténticas en evaluación como un aspecto esencial en la ejecución de este proceso en la medida que permite al estudiante, primero, desenvolverse en una amplia diversidad de habilidades, capacidades y destrezas. Segundo, haciendo uso de estas se alcanzan a considerar los saberes previos, componente necesario para la creación de estructuras cognitivas más sólidas, más estables y, por ende, más duraderas. Así mismo, al emplear estas, el concepto de evaluación que poseen los estudiantes se reconstruye, beneficiando así la creación de una cultura de evaluación. En ese sentido, su empleo evidencia que una actividad evaluativa completa y pertinente puede favorecer el desarrollo de la evaluación.
Elaborado por:
Antonella Jaramillo
Estudiante de la carrera de Educación Primaria
Referencias
Ravela, P. (2015). Consignas, devoluciones y calificaciones: los problemas de la evaluación en las aulas de educación primaria en América Latina. Páginas de Educación. https://doi.org/10.22235/pe.v2i1.703