Los que estamos estudiando en la universidad somos conscientes de la importancia de la investigación para nuestro desarrollo académico y profesional. Desde el primer semestre realizamos trabajos que requieren que investiguemos sobre determinados temas para, por ejemplo, recoger información e interpretar resultados. Esta clase de tareas van incrementando en cantidad y profundidad con el paso del tiempo, hasta llegar al Estado del Arte y la Tesis: proyectos que requieren de un gran nivel de habilidades investigativas y de conocimiento académico.
Teniendo en cuenta esto, es sorprendente que no se ponga mayor énfasis en el desarrollo de las habilidades investigativas desde el nivel escolar, pues esto genera que los estudiantes ingresen al nivel de educación superior sin una base investigativa sólida, lo que complica su paso por la universidad. En ese sentido, se ve como una necesidad el lograr incorporar el componente investigativo en el currículo de la EBR con mucha más fuerza y en todas las áreas, porque actualmente sigue estando restringido a las áreas de ciencias mediante la indagación; de forma que los estudiantes cuenten con los conocimientos mínimos al acabar el nivel secundario.
Una institución educativa que ha percibido esta problemática es el colegio María Reina Marianistas, la cual en el mes de diciembre del año pasado ofreció 4 talleres sobre investigación a sus estudiantes de 5to de secundaria. Estos talleres fueron impartidos por cuatro estudiantes de la FAE pertenecientes al Grupo de Investigación “Aprendizaje, Innovación y Organizaciones Educativas”, los cuales tuvieron las siguientes temáticas:
Personalmente, tuve la oportunidad de dictar el taller sobre búsqueda eficaz de bibliografía. Cuando preparaba la presentación para el taller me di cuenta de que ese era el contenido que me hubiera gustado aprender en la escuela y que me hubiera servido en mis primeros ciclos de la carrera, lo cual también pude percibir en los estudiantes del colegio María Reina, puesto que tenían mucha curiosidad sobre el tema y les emocionaba saber que estaban teniendo un acercamiento a la forma de trabajar en la universidad.
Otro aspecto que me llamó la atención fue que el contenido del taller no solo tuvo un impacto en la perspectiva que los estudiantes tenían del trabajo académico universitario, sino que a su vez en las tareas que desarrollan en la escuela. Esto porque a lo largo del taller los estudiantes iban deconstruyendo su forma de realizar sus deberes de diferentes cursos y encontraban en el contenido del taller una forma de realizarlos más eficiente que les permite asegurarse que la información que recaban es confiable y útil. Aquello es una razón más para promover las prácticas investigativas desde la escuela, pues se pueden ir aplicando de forma progresiva según el nivel de complejidad de tareas que asignen los docentes y así, ir construyendo una cultura de investigación en la institución educativa que seguirá siendo alimentada en los estudios de nivel superior.
Verdaderamente espero que se sigan promoviendo experiencias como estas a lo largo de las escuelas de todo el país, ya que sería de beneficio para los estudiantes, quienes son nuestros futuros profesionales e investigadores. Sin embargo, no hay que olvidar que para lograr esto se requiere de tener docentes capacitados en materia investigativa que sean capaces de dar los lineamientos necesarios a los estudiantes y de proponer tareas que les permita poner en práctica las habilidades que irán adquiriendo y de investigar propiamente. Por eso, resalto que actualmente en mi formación como docente he tenido contacto con la investigación desde el primer ciclo, lo cual ha brindado, tanto a mis compañeros como a mí, conocimientos y experiencias que transmitiremos en el aula a nuestros futuros estudiantes.