El mundo digital ya moldea la manera en que nuestros estudiantes piensan, aprenden y se relacionan. Si la escuela no reacciona ante esta realidad, corre el riesgo de quedar obsoleta y perder su papel formativo.
Esta idea se fortaleció durante nuestra pasantía en la FEUSP, donde formamos parte del curso Mundo Digital, dictado por el profesor Agnaldo Arroio. Allí observamos cómo docentes en formación desarrollan competencias mediáticas y digitales, no para aprender a usar nuevas aplicaciones, sino para comprender los entramados que configuran hoy la vida digital.
El curso plantea el objetivo central de fortalecer el pensamiento crítico en los estudiantes dentro de los espacios virtuales. Los escolares no solo analizan cómo se relacionan las personas en entornos digitales, sino que también identifican discursos de odio, detectan fuentes que desinforman y comprenden las lógicas de manipulación que circulan con normalidad. El curso trabaja con casos reales seleccionados por los mismos estudiantes de la facultad, lo que refuerza la conciencia sobre la urgencia de responder a situaciones reales que ya afectan la vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes.
A partir de esta experiencia, reconocimos que como docentes en formación también necesitamos fortalecer estas competencias mediáticas y digitales. El contexto nos obliga a asumirlas porque, queramos o no, se infiltran en nuestra práctica pedagógica. Ignorarlas no es una opción ya que lo digital ya forma parte de los modos en que las nuevas generaciones interpretan el mundo. Conversar con el profesor Arroio nos permitió entender que uno de los mayores desafíos del curso Mundo Digital no radica en la parte técnica, sino en la introspección de los mismos docentes en formación. El curso exige que revisemos nuestras propias prácticas, que identifiquemos sesgos, hábitos y prácticas, y que asumamos una postura consciente y responsable antes de orientar a otros. Por eso, la propuesta combina teoría con un eje reflexivo que atraviesa todo el curso.
Esta experiencia nos llevó a valorar la importancia del curso, sobre todo en un contexto como el actual, donde los docentes no podemos asumir una postura de espectadores. La tecnología avanza y atraviesa la escuela completa. Frente a eso, las facultades de educación tienen la responsabilidad de formar docentes capaces de actuar con criterio dentro de ese entorno y que asuman una ciudadanía digital responsable.
Comprendimos también que asumir la ciudadanía digital no es solo un concepto teórico, sino un compromiso que exige reconocer desafíos y enfrentarlos con responsabilidad. Si queremos formar estudiantes críticos y conscientes en el entorno digital, primero debemos cuestionarnos nosotros, como docentes en formación, cuánto estamos realmente preparados para guiarlos.
Nota elaborada por:
Ivanna Cabrera
Estudiante de Educación Secundaria con especialidad en Ciencias Sociales