La lectura no es solo leer palabras. Es construir significados a partir de nuestras vidas. Desde esta perspectiva, la intervención activa del propio sujeto que aprende es fundamental para el desarrollo de la competencia lectora.
Según Calkins (1995) cuando los estudiantes se involucran activamente en la lectura, no solo decodifican palabras, sino que también generan conexiones personales con el texto, lo que les permite comprender más profundamente lo que leen. Esta interacción personal con el texto es fundamental para desarrollar una comprensión más rica y significativa.
Asimismo, la participación de los estudiantes promueve el desarrollo de estrategias metacognitivas, pues tienen la oportunidad de explorar y expresar sus propias ideas, desarrollando una lectura crítica. Al dialogar sobre lo leído, los estudiantes profundizan en los temas, analizan personajes, temas o estructuras, y desarrollan habilidades para interpretar de manera más compleja, fortaleciendo su competencia lectora. Tompkins (2010), argumenta que cuando los estudiantes participan activamente en discusiones sobre lo que leen, aprenden a monitorear su propia comprensión y a aplicar estrategias para resolver dificultades de lectura.
Por otro lado, la participación activa promueve la construcción social del conocimiento. Padovani (2013) destaca que la lectura no es un acto solitario, sino una práctica social que se enriquece a través del diálogo y el intercambio de ideas. Por ende, la narración oral y la discusión colectiva sobre los textos son claves para el desarrollo de las habilidades lectoras. Al permitir que los estudiantes hablen sobre lo que han leído, ya sea en parejas, grupos o con el docente, se fomenta un aprendizaje colaborativo. Este intercambio de ideas enriquece la comprensión de todos los participantes, pues cada estudiante aporta una perspectiva única que puede ampliar la interpretación del texto.
Por último, la intervención activa de los estudiantes fomenta el placer y el hábito lector. Trelease (2011) destaca que la participación activa de los estudiantes en actividades lectoras como la lectura en voz alta y las discusiones compartidas contribuye a crear una conexión emocional con la lectura. Cuando los estudiantes tienen la oportunidad de intervenir, compartir sus ideas y opiniones sobre lo que leen, se sienten más motivados y comprometidos con el proceso de lectura, lo que a su vez mejora su competencia lectora. Esto es esencial para que los estudiantes desarrollen el hábito lector, ya que asociar la lectura con experiencias placenteras promueve su continuidad fuera del aula, lo cual es un componente clave en el desarrollo de la competencia lectora a lo largo del tiempo.
Nota elaborada por:
Astrid Contreras
Estudiante de Educación Primaria
Referencias:
CALKINS, L. (1995). Didáctica de la escritura. Aique.
KAUFMAN, A. (2013). La reflexión sobre las prácticas alfabetizadoras. https://es.scribd.com/document/744744868/La-reflexion-sobre-las-practicas-alfabetizadoras-Kaufman
Padovani, A. (2013). Contar cuentos: desde la práctica hacia la teoría. Paidós
Tompkins, G. (2010). Literacy for the 21st Century: a balanced approach. [Literacidad para el Siglo XXI: un enfoque balanceado]. Pearson
Trelease, J. (2011). The Read-Aloud Handbook. Penguin Books
Why Read Aloud? (Pp. 1-13) TRELEASE, Jim (2011) The Read-Aloud Handbook. New York: Penguin Books (Número total de páginas del libro: 350 pp)