El 22 de junio del 2025 los estudiantes de la carrera de Educación Secundaria – Ciencias Sociales en el curso «Geosistema Peruano», tuvimos la oportunidad de realizar un recorrido por gran parte del circuito de la Costa Verde hasta el refugio de vida silvestre “Pantanos de Villa” con un objetivo claro: reconocer la diversidad biótica y abiótica nacional. En la asignatura, además de aprender sobre la Tierra, logramos desarrollar técnicas geográficas para el registro de información y estrategias para ser aplicadas en salidas de campo con adolescentes. En esta oportunidad, les comparto mi experiencia y reflexión siendo participante de esta dinámica.
En primer lugar, la visita contó con la visita a diversas estaciones por el litoral limeño antes de conocer más sobre el refugio. Llegado a un lugar identificamos aspectos como la infraestructura, los servicios y la seguridad del ambiente, además de reconocer los seres vivos que rodean la zona. Debido a que el curso explica sobre los fenómenos naturales y sus riesgos para los humanos, por cada lugar visitado se cuestionaba si tenía las condiciones óptimas para el soporte y la evacuación en un caso de emergencia.
En cada espacio, tuvimos la oportunidad de entrevistar a quienes se encontraban cerca. Por ejemplo, rescato la experiencia que nos narró un pescador en el puerto de Chorrillos, quien nos comentó que los trabajadores se encontraban en una constante disyuntiva con las autoridades del distrito, debido a que les complejizan su posibilidad de trabajo. Dicha experiencia, me permitió conocer mejor sobre una realidad que impacta en el bienestar de la sociedad. A causa de este fructífero encuentro aprendí no solo sobre las especies marinas que habitan en esta área delimitada, sino también sobre el esfuerzo diario de profesionales para alimentar a su familia y externos.
Posteriormente, en Pantanos de Villa realizamos una caminata guiada por los diferentes sectores del humedal. Observamos la flora y la fauna característica, identificando especies como el junco, el cuy silvestre y la garza blanca. El ser humano es receptor involuntario de múltiples y diversos estímulos provenientes del lugar que habita, aquello penetra su espíritu mediante sus sentidos, logrando un nexo inexplicable entre el individuo y su espacio vital; al cual llamamos identidad (Aponte, 2003). Por este motivo, es vital incentivar salidas de campo junto a los adolescentes con el fin de consolidar su identidad nacional como a su vez enseñarles de una manera distinta y entretenida.
Durante la visita, aplicamos técnicas de observación y registro de datos sobre las especies avistadas. Esta actividad me pareció interesante porque desconocía sobre la gran diversidad que posee el refugio. A la par, me permitió reflexionar sobre el rol del docente como mediador entre el conocimiento científico y la experiencia cotidiana de los estudiantes. Aunque el educando no se especializa en el análisis geográfico del lugar ni en la formación de las plantas o de los animales, mediante esta actividad el docente facilita a sus alumnos posibilidades de estudio sobre temas que les podría llamar la atención, resultando a futuro en su vocación. Por eso, si bien un profesor debe manejar óptimamente el contenido teórico de su asignatura, también es necesario reconocer su función como gestor de estrategias con el fin de guiar en la comprensión del espacio geográfico, a sus estudiantes.
Al vivir en primera persona la riqueza y fragilidad de los Pantanos de Villa, reconocí la importancia de fomentar la conciencia ambiental desde la escuela. Gloria Aponte (2016) remarca que “El planeta no necesita más gente exitosa. Necesita pacificadores, restauradores, sanadores, narradores y gente amorosa; mejores seres humanos, con coraje suficiente para aportar un mundo más humano y habitable” (p. 59). Es decir, nuestro sistema educativo debe apuntar a que nuestros alumnos lleguen al éxito, solo y cuando se entienda el éxito como individuos que sean responsables ecológicamente y prioricen el bienestar común sobre el interés propio. Si bien es imposible no utilizar los recursos del planeta para satisfacer las necesidades humanas, se tiene que llegar a un balance entre lo prestado y lo regresado.
En conclusión, la visita a los Pantanos de Villa fue una experiencia enriquecedora que contribuyó significativamente a mi formación inicial como docente de Ciencias Sociales. Agradezco a la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica del Perú por esta oportunidad y especialmente a mi profesora Miriam Nagata por motivarnos y apoyarnos en cada momento del proceso. La profesora nos ofreció herramientas como brújulas, mapas, anécdotas e incluso una aplicación, llamada PlantNet, para identificar la flora, las cuales enriquecen nuestras futuras salidas de campo. A través de esta exploración se fortalece la teoría, pero también se profundiza más la sensibilidad ambiental de los participantes, que en conjunto son elementos fundamentales para alcanzar una educación transformadora y comprometida con la realidad del país.
Nota elaborada por:
Edgardo Soler.
Estudiante de la carrera de Educación Secundaria en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Referencias
Aponte, G. (2003). Paisaje e identidad cultural. Tabula Rasa: Revista de Humanidades, (1), 153-164. https://dialnet.unirioja.es/servlet/dcart?info=link&codigo=8155321&orden=0
Aponte, G. (2016). Educar hacia el paisaje en América Latina. Bitácora Arquitectura, (31), 56-61. https://doi.org/10.22201/fa.14058901p.2015.31.56162