¿Cuál es nuestro rol docente post pandemia?

05/09/2022

Por la pandemia, se han puesto a prueba las cualidades docentes, por lo cual se han tenido que esforzar el doble o, incluso, el triple, a través del desarrollo de nuevas habilidades para, como mínimo, poder dictar en la virtualidad y crear distintos recursos educativos que acompañen la dinámica de enseñanza. El ejercicio docente, incluso mucho más que otras profesiones, implica el desarrollo de diversas características profesionales, y de la personalidad, para lograr ejercer un rol positivo en los estudiantes. Sin embargo, a mi parecer, son dos las más valiosas, que los distinguen del resto: el conocimiento y dominio que tienen respecto a cómo enseñar su área y el interés por conocer a sus estudiantes, sus demandas cognitivas, entornos, gustos, circunstancias y empatía con ellos.

En cuanto al conocimiento y dominio que tienen sobre cómo enseñar, los docentes utilizan la didáctica específica de su área para desarrollar estrategias y proponer recursos para la enseñanza y aprendizaje, que se adapten a los diversos temas que la componen y que, a su vez, capten la atención de los estudiantes y promuevan en ellos el interés por investigar y cuestionar (Camilloni et al., 2016). Las profundas brechas sociales, lo cual se traduce en carencias económicas y por ende falta de servicios básicos, hicieron mucho más difícil el acceso de los estudiantes a las clases remotas; sin embargo, gracias a las estrategias, iniciativas y esfuerzo de los docentes, pudo desarrollarse el aprendizaje, aún en situaciones desfavorables.

Respecto a la segunda característica, sobre el interés por conocer a sus estudiantes y empatizar con ellos, en eso sí que se ha evidenciado en algunos casos insuficiencia. Es importante entender que el término de la pandemia no solo ha traído de vuelta la “normalidad escolar” y mucha alegría, sino que los estudiantes podrían estar volviendo a las aulas con muchos más problemas que antes, los cuales podrían desencadenarse a partir de pérdidas de seres queridos, problemas económicos familiares, violencia, los cambios de hábitos que trae la presencialidad, entre otros. Desde el punto de vista de la socialización, estos dos años han afectado duramente a su comportamiento. En muchos casos, las actividades sociales como reuniones en público, exámenes o exposiciones, representan mucha más presión para ellos que antes.

 

Entonces, a partir de lo que conocemos ¿Estaremos cumpliendo un rol positivo en nuestro ejercicio profesional docente? Personalmente, para poder cumplir las verdaderas demandas que nuestros estudiantes requieren, los docentes no deberíamos, por ningún motivo, circunscribir nuestro pensamiento y accionar a la educación que recibimos o menospreciar los sentimientos y percepciones de nuestros estudiantes. Esta generación no puede ser llamada jamás “generación de cristal”, por mostrar sus emociones, pedir, reclamar y dejarse ser ellos mismos. Recordemos, sobre todo, que nuestros estudiantes se han visto afectados por el confinamiento, perdiendo dos años de interacción social.

Y, ante esto, los docentes debemos estar preparados para reconocer distintas situaciones y emociones como autoestima baja, déficit de atención, ansiedad, frustración, entre otras conductas como indiferencia ante el curso, distracción, cansancio o mala crianza. Estos hechos representan situaciones de riesgo para los estudiantes, que detectados a tiempo o con la atención debida permitirían que aprendan plenamente. Por ello, el rol del docente, desde el apoyo emocional, tal como lo afirma la UNICEF (2021), es pieza clave para el desarrollo del estudiante. Asimismo, este debe de ser libre de sesgos sociales y religiosos.

Entonces, cualquier persona especialista en el área podría ser docente, pero ¿realmente cualquiera podría ser un maestro? Nuestra labor es educar, pero más que nada, y ante esta situación excepcional que hemos vivido, abrir los ojos, y más ante las diferencias, distinguiendo aquellas actitudes que tal vez la pandemia ha avivado, así como también las relacionadas con la discriminación en sus distintas clases (origen, raza, sexo, idioma, religión, condición económica, o de cualquier índole). También, crear espacios de escucha y un buen clima de aula, para formar estudiantes críticos, libres, sanos, responsables, comprometidos con su sociedad, pero, sobre todo, escuchados y entendidos.

Elaborado por:
Wendy Paucar
Estudiante de la carrera de Educación Secundaria


Referencias: