En nuestro país, la situación de violencia contra la mujer afecta la vida de millones de peruanas y las toca fuertemente en diferentes aristas en su día a día. Se impide el ejercicio justo de los derechos de las mujeres a causa de las diferentes brechas de género presentes en Latinoamérica, siendo Perú el tercer país con mayor prevalencia de violencia física y/o sexual contra la mujer, según el estudio de Bott et al. (2019). Esto quiere decir que ser mujer, niña o adolescente en el Perú se asocia a una gran vulnerabilidad y a la posibilidad de ser víctima de violencia sexual (Rojas, 2019). La violencia contra la mujer se legitima a partir de la naturalización de roles y estereotipos de género en beneficio de una cultura patriarcal, los cuales limitan el desempeño de las mujeres, niñas y adolescentes peruanas en los ámbitos familiares, laborales, educativos, económicos y sociales.
Es importante tener en cuenta que durante la primera infancia los niños adquieren los primeros aprendizajes sobre el género y construyen su identidad. Este proceso de socialización de género se desarrolla fundamentalmente en la familia y la escuela, espacios en los que frecuentemente se normalizan ciertas conductas, roles y creencias relacionadas al sexo que reproducen jerarquías en el estatus de género, posicionando a las mujeres en una clara desventaja.
Por este motivo, resulta necesario que la familia y la escuela promuevan relaciones justas, dignas, empáticas e igualitarias entre hombres y mujeres (MINEDU, 2016) con el fin de garantizar una educación inclusiva que se base en el respeto por los derechos y promueva la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Con este fin, es imprescindible que los docentes sean capaces de construir en las aulas relaciones de género equitativas a través de una práctica docente crítica que enseñe con el ejemplo y revalorice a la mujer como parte activa e importante de la sociedad.
Frente a todo lo expuesto, es indispensable reconocer que la violencia contra la mujer se legitima desde diferentes ámbitos, siendo el sector educativo un espacio desde donde docentes y estudiantes deben reflexionar acerca de su rol en la transmisión de prejuicios de género que colocan a la mujer en situación de desigualdad. Al ser la escuela una institución de socialización indispensable en la vida de cada persona, los actores que en ella intervienen tienen la obligación y el compromiso de generar espacios de formación equitativos en cuanto a género y, según el nivel educativo, promover en los estudiantes el cuestionamiento y la toma de acción en situaciones de violencia contra la mujer.
Elaborado por:
Lucia Ojanguren y María José González
Estudiantes de décimo ciclo de la carrera de Educación Inicial
Referencias
Bott, S., Guedes, A., Ruiz-Celis, A. P., & Mendoza, J. A. (2019). Intimate partner violence in the Americas: a systematic review and reanalysis of national prevalence estimates, 1–12. https://doi.org/10.26633/RPSP.2019.26
Rojas, V. (2019). “Cualquier cosa nos puede pasar”. Cuando la violencia marca el ciclo de vida de las niñas en el Perú. Análisis y Propuestas, (42), 1-4. https://www.grade.org.pe/publicaciones/cualquier-cosa-nos-puede-pasar-cuando-la-violencia-marca-el-ciclo-de-vida-de-las-ninas-en-el-peru/
Ministerio de Educación [MINEDU]. (2016). Currículo Nacional de Educación Básica. MINEDU. http://www.minedu.gob.pe/curriculo/pdf/curriculo-nacional-de-la-educacion-basica.pdf