Nuestras estudiantes de la Facultad de Educación PUCP llevan a cabo talleres de lectoescritura, dirigidos a niños de 5 a 11 años en el Fundo Santa María y la I.E. 82128 Chilcaloma en el centro poblado Chamis, en Cajamarca. Estos talleres buscan impactar positivamente en la sociedad. Su objetivo es fortalecer las habilidades de lectoescritura y la relación de los niños con el medio ambiente, la cual partía de la idea de vacaciones creativas.
Emma Sanchez, estudiante de Educación Primaria, nos cuenta más sobre su experiencia en el voluntariado. El equipo de estudiantes lo conforman Angela Acevedo, Ivanna Cabrera, Tamara Falcón, Natalia Loyola, Nikol Quispe y Linda Velarde. Fueron acompañadas por la directora de carrera de Educación Primaria y docente, Sylvana Valdivia, “la cual ha sido una fuente constante de inspiración y orientación desde la planificación del proyecto hasta su implementación”, destaca Emma. Además, reciben el valioso apoyo de nuestras egresadas Alejandra Yañez y Elena Blanco, involucradas en proyectos de la región.
Emma precisa que en el fundo, donde la naturaleza se convirtió en su aula, se llevaron a cabo los talleres de lectoescritura. Allí, los niños exploraron una conexión directa con el medio ambiente bajo la idea de unas vacaciones creativas. Estos talleres se llevan a cabo los lunes, miércoles y viernes (inició el 17 de enero y culmina el 2 de febrero) en el fundo. En la escuela rural, se vienen desarrollando las “Vacaciones útiles”, que consisten en cinco talleres impartidos los martes y jueves del 18 de enero al 1 de febrero.
“Fue emocionante ver cómo esta interacción con la naturaleza enriqueció sus conocimientos y contribuyó con el desarrollo de habilidades fundamentales para su crecimiento personal y académico” enfatiza, Emma.
Como toda nueva experiencia, trae retos por enfrentar y Emma sostiene que estos desafíos fortalecieron el compromiso del equipo. “La diversidad de los participantes, los diversos contextos y la combinación de enfoques pedagógicos nos han llevado a ser flexibles y creativos en la planificación y posterior adaptación de nuestros talleres”, señala. Cada desafío significó una nueva oportunidad para aprender, mejorar, y potenciar sus habilidades reflexivas, colaborativas, indagadoras y comunicativas.
Esta experiencia ha aportado al crecimiento personal y profesional de todo el equipo. Emma precisa que amplió sus horizontes académicos y fortaleció su conexión con la sociedad. Ella reafirmó su compromiso con el servicio a los demás y quedó asombrada gratamente por la “capacidad de aprendizaje y resiliencia de los niños”. Emma y sus compañeras, así como todo el equipo, se sienten agradecidas por tener la oportunidad de contribuir al desarrollo educativo. Esperan seguir aprendiendo y creciendo juntas durante toda su estadía y desarrollar nuevas iniciativas de impacto en el futuro. “Ser partícipes de este voluntariado en Cajamarca nos ha dejado recuerdos inolvidables y lecciones invaluables”, culmina Emma.
